Llegó febrero y con el un nuevo drama. Por qué amigas qué sería de la vida sin un drama, un aburrimiento.
Iba en el metro y sonaba Con las ganas de Zahara (ella bien intensa). ¿Estamos de acuerdo en que es una canción qué nunca superaremos? Lo estamos. Había quedado con una amiga en la parada de Sagrada familia así que miré el móvil para ver si me decía por dónde iba cuándo lo vi. Vi el mensaje que menos esperaba en ese momento, pero así era él, inesperado, inoportuno.
- Ei, ¿Cómo estás? Te apetece que tomemos una cerveza esta tarde y nos ponemos al día? 11:20
Me quedé en blanco por qué no sabía que responder, era ÉL, otra vez y ya sabemos lo que pasa por qué todas tenemos un ÉL o una ELLA que nos hace estremecernos pase el tiempo que pase.
- Hola,Theo ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás? Pues la verdad que hoy estoy ocupada, lo vamos hablando durante la semana ¿Te parece? 13:40
Mi cabeza ya estaba anclada en ese mensaje y mi amiga, que no es tonta se percató de la situación. ¿Me estás escuchando? Y su voz me sonaba lejana como un eco, no la verdad es que no estaba escuchando.
- ¿Se puede saber qué te pasa? Te estoy contando lo que me ha pasado hoy con la jefa y no me estás escuchando y sabes que es importante, o es que tienes algo que contarme y por eso tienes esa cara de oler limones, (así era ella, sincera como ninguna).
- Theo,me ha escrito hoy, para saber cómo estaba y por si quería tomar una cerveza.
- ¿Perdona, qué ese qué? Supongo que no habrás contestado aunque viéndote la cara ya sé que sí. De verdad, ya sabes lo que pasa cada vez que vuelve con un mensaje. Él te escribe, tú le respondes a las horas, se hace el interesante, se preocupa por ti, volvéis a hablar a cada hora y después vuelve a pasar de tu cara y así cada mes. Realmente este tío es como la regla viene una vez al mes solo para joderte.
Así era mi amiga, no me puedo quejar de que no me diga la verdad y además es que tenía toda la razón del mundo.
- He respondido diciendo que estaba muy ocupada hoy que ya lo iríamos hablando durante la semana, pero vaya que no tengo ninguna intención de quedar con él, lo de la última vez fue demasiado.
- Mujer es que lo de la última vez nadie en su sano juicio lo perdonaría, pero todas sabemos como eres, que aunque tengas límite te cuesta encontrarlo. Hija mía tú no es que hayas perdido el tren, es que no encuentras la estación.
La verdad que Marta no llevaba mucho en mi vida, solo tres años pero nos habíamos vuelto inseparables y me hacía ver la vida de otra manera. Para mi era como una hermana mayor, me daba los consejos que necesitaba escuchar y no los que muchas veces queremos oír y nos dicen para satisfacer. Marta es como un crujiente de chocolate sin gluten, por fuera dura, pero por dentro sensible y dispuesta a darlo todo por las personas que tiene cerca. Marta, junto con Lucía y Ona eran mi refugio, dónde yo sabía que podía ir sin miedo a ser juzgada.
Esa tarde las dos decidimos dejar ahí la conversación. Ella por qué sabía que no era el momento de sacar el tema y yo por qué no estaba preparada para abordarlo de nuevo.
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