Ya habían pasado dos meses i seguíamos en casa. A esas alturas ya había aprendido a ordenarlo todo según el método de Marie Kondo aunque admitiré que tampoco me duraba mucho.
Recuperé aquellas canciones de hace uno años y que me ayudaban a encontrarme un poco más. Recuperé los libros que me llenaban el alma e hice una pila con todos los que tenía pendientes, a modo de reto.
Me había programado ya los vermuts con mis amigas que nos hacían que el encierro no fuera tan duro. ¿Realmente estabamos viviendo lo que estaba pasando? A día de hoy y echando la vista hacia atrás aún no he procesado todo lo que vivimos.
Las visitas al terrado del edificio, se hacían más continúas e incluso teníamos un pequeño rincón dónde siempre marcábamos los días que iban pasando. Creo que a nivel emocional fue posiblemente el mes más vacío pero a la vez uno de los que más me enseñó.
Él había vuelto a escribir porque no tubo suficiente con el mensaje que no respondí y fue ahí, dónde me di cuenta que no había nada que hacer.
Siempre he creído que el destino nos hará vivir unas cosas o otras y nos hará encontrarnos con alguien. He crecido pensando un poco que cuándo no es el momento no lo es y con él, nunca lo fue.
¿Cuántas veces tienen que pasar para que abramos los ojos? Muchas veces he pensado que las cosas vienen como vienen y no he sido nunca de leyendas de hilos rojos. ¿Realmente cambiamos? o simplemente empezamos a sentirnos connectados con nuestra esencia, esa es la pregunta que más me rondaba todos esos días.
Mayo no fue un mes de mucha emoción pero si que me hizo ver sin yo darme cuenta que las cosas empezaban a ponerse en su sitio.
Ed Sheeran y su Happier me acompañaron mientras escribía y aunque me salía la risa tonta de recordar cosas me doy cuenta que ahora ya forman parte del pasado.
¿Del todo?
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